Hablemos de poder
- Varios
- 4 jun 2019
- 2 Min. de lectura
Lo más probable es que halláis oído hablar de la llamada erótica del poder. No obstante, muchas personas no tienen claro el auténtico significado de este concepto ni la trascendencia de sus consecuencias en la actualidad. Vamos a hablar un poquito de este tema tan jugoso.
Entendemos por erótica del poder la intensa atracción o placer -incluso excitación en muchos casos- que, potencialmente, puede provocar en las personas el poder, en un sentido amplio. Es decir, desde esta perspectiva, pensaríamos en el poder como la enorme influencia que pueden llegar a ejercer sobre nosotros aspectos materiales o inmateriales. Admirar a una persona por su estatus social, económico o cultural o por su aspecto físico. El dinero, la fama, ciertos bienes, grupos sociales o políticos, líderes carismáticos. El poder de una causa científica o social, de las nuevas tecnologías, de una marca, de una serie o su protagonista...
Y es que el rango de estímulos sexuales potencialmente excitantes para el ser humano es mucho más amplio de lo que creemos.
Históricamente, este concepto se ha manifestado especialmente dentro del ámbito político. De un modo u otro, todos conocemos casos en los que la interrelación entre amor, sexo, erotismo, seducción, poder y estatus social o político es evidente y se acaba imponiendo. Cleopatra y Marco Antonio, Eva Braun y Hitler, Marilyn Monroe y John F. Kennedy ....
Pero, ¿es buena o mala? Pues depende. Por ejemplo, la manipulación de una persona aprovechando nuestro estatus (edad, posición social, jerarquía laboral, etc.) y siendo plenamente conscientes de su situación o estado de vulnerabilidad, sería un caso evidente de su mal uso o uso delictivo (acoso laboral, abuso sexual, etc.)
Sin embargo, la erótica del poder también puede llegar a convertirse en un interesante juego de seducción donde dos adultos, de mutuo acuerdo y siempre basándose en el máximo respeto, deciden libremente dejarse llevar por su influjo para beneficiarse del juego erótico. Una pareja en la que ambos miembros se admiran mutuamente por su profesión o estatus en algún ámbito concreto de sus vidas y esto aumenta su nivel de deseo sexual y excitación en un momento dado, sería un caso de buen uso de esta erótica. Pero no solo eso, este recurso puede ser una magnífica forma de recuperar o reforzar la complicidad sexual a nivel de pareja.

La siguiente pregunta que os quiero lanzar es la siguiente: ¿la erótica del poder se da por igual en hombres que en mujeres? Los expertos creen en la igualdad en este caso, solo que hay menos mujeres en cargos de poder que hombres. La representación no es la misma y en cuanto una mujer llega alto se le exige más y se le perdona menos. Si traspasamos esta conducta a una relación de pareja, nos damos cuenta que a muchas mujeres un hombre con poder les aporta la seguridad que buscan. En cambio, en los hombres es algo más sexual o la oportunidad de presumir ante círculos próximos.
Ya lo dijo Kissinger: el poder es afrodisíaco. "Depende de quien lo ejerza se puede sentir más o menos atracción ya que a muchas personas que ocupan cargos de poder se le llegan a atribuir virtudes y aptitudes que a menudo no poseen.
Nos encantaría leer vuestras opiniones y anécdotas más poderosas.
Comments